"Los devenires no son fenómenos de imitación ni de asimilación, son fenómenos de doble captura, de evolución no paralela, de bodas entre dos reinos. Y las bodas siempre son contra natura. Las bodas es lo contrario de una pareja. Se acabaron las maquinas bianarias: pregunta-respuesta, masculino-femenino, hombre-animal, etc. Una conversación podría ser eso el simple trazado de un devenir. La abeja y la orquidea nos dan el ejemplo. La orquídea aparenta formar una imagen de abeja pero de hecho hay un devenir-abeja de la orquídea, un devenir orquídea de la abeja, una doble captura, puesto que 'lo que' cada una deviene cambia tanto como 'el que' deviene. La abeja deviene parte del aparato de reproducción de la orquídea, la orquídea deviene órgano sexual para la abeja. Un mismo único devenir, un bloque de devenir o, como dice Remy Chauvin, una 'evolución aparalela de dos seres que no tienen absolutamente nada que ver el uno con el otro'. Hay devenires-animales en el hombre que no consisten en hacer el perro o el gato, puesto que el animal y el hombre sólo llegan a encontrarse en el recorrido de una común desterritorialización, pero disimétrica. Ocurre como con los pájaros de mozart: hay un devenir-pájaro en esa música, pero ligado a un devenir música del pájaro, formando los dos un único devenir, un solo bloque, una evolución a-paralela; no un intercambio, sino una 'confidencia sin interlocutor posible', como dice un comentador de Mozart -en resumen, una conversación-.
¿Pero qué es exactamente un encuentro con alguien que se ama? ¿Es un encuentro con alguien, o con animales que vienen a poblaros, con ideas que os invaden, con movimientos que os conmueven, con sonidos que os atraviesan?"
Deleuze; Parnet (2004) Diálogos. Pre-textos, Valencia.
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