domingo, 17 de agosto de 2008

Ficción y realidad en este barco


Con ambas manos sostenía el timon del barco, como si fuera una especie de sueño, como si en el choque no se fuera a sentir el impacto del suelo contra la carne, rasguñando la piel y tocando melodías, meloglobinas, que escriben la letra de una canción en el pavimento.

En esos momentos, y cuando se vuelve a izar el mástil, primero se piensa en si nada se ha roto, sea del propio cuerpo, sea del barco y sus costos (ja!; como si nuestro cuerpo no tuviera su costo en nuestra sociedad).

Las velas no remontan, el casco se ha dañado. Dando un poco de tiempo y maña todo se resuelve; un poco de cinta pato por aquí, un poco de tirar para arriba esto por allá... Las lastimaduras del cuerpo son vagas, el que me duelan solo me dan ganas de tocar mi harmonica imaginaria, encender mi habano, clavar mi garfio en mi ojo de vidrio.

La ficción envuelve la realidad, la llena de esperanzas o no nos hace percibir su peligro. Por otro lado (y sé que esto sonará descabellado), la ficción desenrrolla la realidad en su caracter ficcional...

Primer acto!

La hybris griega;

Nuestro héroe, el pirata Ishmael decide dar un timonazo a babor y el barco pega contra algo.



Puede plantearse-nos que, oh ante dolor de la caída, uno tenga una especie de insight y diga:

"Ahi tenéis Isma! Estabais sumergido en el embotamiento del automatismo y la onirización de tus percepciones, y ahora caisteis al suelo y te disteis con la realidad! Hais despertado!"














Pero no no no no no nono



Mentira.


Nada de eso.







La carne rasgando el suelo es otra melodia más, otro poema mas en esta obra de teatro, en esta flecha de tiempo que no para de avanzar, que contempla hacia atras siempre mirando hacía adelante, hacia un estúpido adelante, hacía un fragil...


Aqui hay que parar, recuerdo rostros que me atan, que deciden no llevar mi viaje allí donde no puedo volver a visitarlos.




Hacia un gracioso adelante, hacia un interesante adelante también, por que no? Sin aventura no hay regata mein freund!


Amanece en esta ventana, y yo sin una gota de alcohol. Mientras les escribo veo los raspones de mis manos, siento el suave chirrido de mis heridas, el goce de su sonajero infantil.

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