viernes, 17 de octubre de 2008

Paraisos terrenales





Estimado lector,

Tengo el placer de anunciarle que de ahora en más se ha decretado que la vida tiene sentido. Que las palabras no se las lleva el viento, que las hojas permanecerán en los árboles, y nuestras simpatías, por siempre, en un regocijo eterno. Nuestros corazones palpitaran al unísono, y ningún malentendido habrá. Todos nos querremos, y dinero todos tendrán. Todos seremos bellas flores “in bloom”; nadie será feo y nadie se tirará pedos. No habrá indecencia, indiferencia, ultra-violence; tristeza, dolor, diferencia, amor, efímero placer, fealdad, deficiencias, desviaciones, ignorancia, muerte, accidentes, paralelas-que-no-se-toquen, malentendidos, perversiones, carteles de pare, traiciones, hambre, kioscos sin hojillas, saturación craneal, etcétera, etcétera, etcétera. Todos seremos un pene siempre erecto, un chinchulín siempre a punto, un sol eyaculando un día eterno. De hecho sólo el sol brillará; nada de estrellas lejanas e inalcanzables que prometan fantasías imposibles y mundos impensables. Nada de tensión y espera. Pañales para todos; nada de estar esperando a llegar al inodoro. De hecho borraremos con una goma su raya del culo. Nada de caca, nada de orín, nada de nada.


Nada de nada.

Nada de nada.

Es el fin del mundo mis amigos. ¡Acerquemos nuestras escopetas al cráneo y brindemos por un nuevo big bang!

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